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Pintar supone utilizar diferentes utensilios como brochas, rodillos o pinceles. Sabemos que una vez has terminado el trabajo estás muy cansado, pero no puedes olvidarte de limpiar las diferentes herramientas que hayas utilizado. Si no lo haces, no estarán en buenas condiciones la próxima vez que quieras usarlas.

¿Cuántas veces te ha pasado que guardaste una brocha pensando que la podrías utilizar otra vez y cuando llegó el momento estaba inservible? Limpiar correctamente las brochas y rodillos parece una tarea básica y sencilla, sin embargo, muchas veces no suele hacerse bien.

TIPOS DE PINTURA

Lo primero de todo, es diferenciar las diferentes clases de pintura: tenemos pinturas al agua y al disolvente. Este paso es importante porque para limpiar las herramientas hay que utilizar el diluyente de la pintura.

A la hora de limpiar, las pinturas en base agua, se limpian con agua, y las de base disolvente, se limpian con disolvente. ¿Fácil verdad?

DEJAR LAS HERRAMIENTAS PARA SEGUIR PINTANDO DESPUÉS

Si vas a continuar pintando más tarde, puedes no limpiar las brochas. En este caso, debes guardar las herramientas de la siguiente forma:

Puedes envolver las brochas en film transparente para evitar el secado y endurecimiento de la pintura, y continuar con su limpieza más tarde. También puedes dejarlas sumergidas en agua o en disolvente dependiendo del tipo de pintura que hayas utilizado.

Ambos trucos son un recurso temporal, en caso de que vayas a volver a utilizarlas pronto o no puedas realizar su limpieza en ese mismo momento. No lo uses como solución a largo plazo ya que, tanto las brochas como los rodillos, se volverán inutilizables.

Para productos bicomponentes (por ejemplo, poliuretanos o epoxis), es muy importante realizar la limpieza una vez finalizada la aplicación, ya que, si el producto polimeriza en el pincel o rodillo, no vamos a poder recuperarlo.

LIMPIAR LAS HERRAMIENTAS DESPUÉS DE PINTAR

Una vez terminado el trabajo, aconsejamos eliminar la mayor cantidad posible de pintura de las brochas y rodillos vertiéndola de nuevo sobre el bote original, antes de empezar a limpiar.

Primero debemos sumergir las herramientas en el diluyente de la pintura que hayamos utilizado. Es decir, agua para la pintura plástica o pintura al agua, y aguarrás o disolvente universal, en el caso de esmaltes y óleos. Al sumergirlos, debemos de estrujar repetidas veces hasta ver que la pintura se ha desprendido totalmente de la raíz de las cerdas.

¡RECUERDA! Se recomienda limpiar las herramientas dentro de un cubo ya que los disolventes son muy nocivos, por lo que en ningún caso se debe verter el disolvente por el fregadero. Te recomendamos que separes aquellos materiales que uses para pintar con pinturas al agua de los que usas para pintar con disolvente.

A continuación, todas las herramientas se sumergen en agua jabonosa (cualquier jabón neutro es apto, pero el de pastilla es de más eficaz ya que es más denso.). Frota, aclara y escurre varias veces hasta que no quede resto de pintura. Después aclara con abundante agua para acabar de eliminar los posibles restos de jabón.

Especialmente en el caso de brochas y rodillos que se han limpiado con aguarrás o disolvente, se deben lavar muy bien con agua y jabón, enjuagando prolongadamente para quitar todos los restos de ese producto.

Por último, deja secar las herramientas. Lo ideal es que queden suspendidas para que las cerdas de la brocha no se deformen.

Ahora ya no tienes excusas para no limpiar tus brochas correctamente. Sigue estos consejos y reutiliza tus herramientas de pintar.

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